La novia de mi hermano
Si os he de ser sincera, siempre creí que mi hermano Ramón era gay. Cuando tenía quince años era un chico sensible, amanerado y atento, no tenía ese carácter de tipo duro que se les pone a los adolescentes. Desde luego, a mí no me hubiera importado lo más mínimo, incluso me habría gustado tener un pariente cercano homosexual porque siempre nos hemos llevado bien y podría haberle ayudado si hubiera tenido problemas por su condición sexual. Pero cuando él tenía diecisiete y yo veintidós, entré en su cuarto para buscar cierto juego de la PlayStation y me topé con una revista pornográfica hetero sobre su mesilla. Si en vez de entrar yo llega a ser mi madre la que la ve, se arma un pollo de narices. Desde entonces, esa impresión de que a mi hermano pudieran gustarle los hombres, ha ido demostrándose totalmente falsa.
Ayer por la tarde, me llamó y me dijo si lo invitaba a cenar a él y a una amiga que quería presentarnos. Le dije que sí, pues la verdad tenía ganas de pasar una velada tranquila en casa con alguien y ya os dije que a JJ le cae muy bien. Apareció a las nueve de la noche con una chica despampanante. Es guapísima, con el pelo a media melena, negro como el carbón y tiene unos labios perfectos. Vestía con pantalones vaqueros bastante ajustados. En la parte superior llevaba una camisa azul claro, con el cuello levantado, dando un aire muy a los años ochenta. Durante la cena estuvo bastante callada, pero pudimos enterarnos de que estudia Trabajo Social y que llevan saliendo ya tres meses largos. Cuando acabamos de cenar, empezamos a charlar delante de unas copas. JJ y Ramón se fueron un momento a por tabaco y ella (por cierto: se llama María) aprovechó para confesarme que mi hermano le gustaba muchísimo y que se habían conocido en un concierto durante el verano. Me pareció una chavala fantástica. Solamente espero que el idiota de Ramón no la deje escapar, como suele hacer. Que yo sepa, ha tenido cuatro novias en los últimos tres años y todas ellas lo han dejado porque le da por hacer el tonto cada dos por tres y pasa de sus chicas cuando quiere. Esta vez, sin embargo, parece que va en serio.
A las dos de la mañana, hicieron ademán de irse, pero yo los detuve y les indiqué que teníamos una habitación por si querían quedarse. Dudaron bastante, pero al final aceptaron. Ramón se ha quedado a dormir muchas veces en casa, pero jamás estando acompañado. La habitación donde durmieron está junto a la nuestra y, una vez en la cama, JJ y yo estuvimos bromeando con qué estarían haciendo ellos. Le pregunté a JJ qué le parecía la chica y me contestó que estaba buena como para matar a la gente. Él es así de explícito, no se anda con rodeos. Nos quedamos callados, por ver si se escuchaba algún ruido, pero estaba bastante silencioso. Nos reímos bastante, pensando que igual ellos estaban como nosotros, atentos a ver si podían oír algo sospechoso.
Con la tontería, me fui excitando bastante, así que JJ y yo terminamos por tomar la iniciativa e hicimos el amor en ese momento. Estábamos cansados y somnolientos, pero se nos pasa todo rápido en cuanto nos ponemos en canción. Al principio procuramos hacerlo con poco ruido, pero luego pasamos de lo que pudieran pensar y terminamos olvidándonos de ellos. Estoy convencida de que, si estaban despiertos, nos oyeron. Sobre todo a JJ, que soltó un par de grititos de los suyos, de esos que siempre decimos que son la envidia de los vecinos. Fue un polvo excelente, a pesar del alcohol y el cansancio. Además, me excitó mucho el hecho de estar tan cerca de mi propio hermano pequeño y mucho más la posibilidad de que él estuviese haciendo lo mismo en la habitación contigua. Tuve un orgasmo salvaje y muy largo. Él también fue profuso a más no poder. Me dejó completamente derrengada, así que fui al cuarto de baño, me di una ducha rápida y volví a la cama para descubrir que se había quedado dormido, aún completamente desnudo, sobre las sábanas.
Esta mañana me he levantado madrugadora (no llegan a las nueve y media y ya estoy escribiendo aquí) y mi hermano y su novia no dan señales de vida. JJ está profundamente dormido también, pero va a ser su último fin de semana de vacaciones y quiero que vuelva al trabajo con ánimo y buen talante. Sé que cada cierto tiempo, los hombres se empalman en sueños. Voy a mirar al cuarto cada quince minutos y, en cuanto la vea levantada, le voy a dar un despertar como pocos ha tenido. Y si mi hermano lo oye desde su cuarto, mejor para él.