Vacaciones en Septiembre
JJ acaba de empezar sus vacaciones. Ayer fue el último día de trabajo. A mí aún me queda hasta el miércoles día 1, pero será llevadero, que solo son dos días. Eso sí, JJ tiene vacaciones todo el mes, pero yo solo hasta el día 20. Estaremos la semana del 6 al 12 de viaje, pero intentaré escribir algo en el diario porque el cámping donde vamos a estar tiene una sala de locutorio, con teléfonos y también conexión a Internet. Hemos alquilado un bungalow en la montaña, en un valle pirenaico. Teníamos una tienda de campaña, pero se la prestamos a unos amigos hace meses y no nos la han devuelto. Ya sabéis lo que dicen, que hay dos clases de tontos: los que prestan libros y los que los devuelven. Supongo que lo mismo puede aplicarse a las demás cosas.
Hasta hace dos veranos solíamos ir a la costa mediterránea, pero lo hemos cambiado por el Pirineo, donde se está de muerte y muchas noches acabas durmiendo con mantita. JJ dice que a él la montaña le da ganas de comer y yo estoy de acuerdo, pero que también solivianta sus hormonas en lo sexual. A mí también me apetece más que otras épocas, pero lo suyo es casi obsesivo. En vacaciones solemos hacer el amor el doble o incluso el triple que en otras épocas del año y se pone de un pesado con meterme mano a todas horas que para qué os cuento. Supongo que será algo normal: no tienes que trabajar, estás más feliz, más descansado y menos estresado que nunca. Además, es veranito y todas nos ponemos bastante menos ropa que en invierno. Yo, desde junio hasta finales de septiembre, suelo ir por casa con una camiseta y en bragas, por ejemplo. ¿Cómo no va a ponerse enfermo cada media hora?
Además, en el monte siempre puedes buscar un paraje escondido y hacerlo allí mismo, en la hierba. A mí esas cosas no deberían hacerme gracia, porque tengo la piel un poco sensible y en cuanto me levanto me pica todo, pero merece la pena. Me pica mogollón la piel y me rasco hasta ponerme roja. Es horroroso a veces. En cuanto llego a donde estemos afincados me meto en la ducha y se me pasa el picor, pero puedo aseguraros que lo mío con la hierba es prácticamente alergia. Él, sin embargo, debe tener el pellejo de un oso, porque podría revolcarse en pelota picada y se quedaría tan ancho.
Recuerdo que el año pasado estuvimos en un pueblecito llamado Galbarra, en pleno Pirineo navarro. Había una zona de acampada cerca que estaba ocupada por un campamento de chavales jóvenes de once o doce años, más o menos. Nosotros nos pasábamos por allí algunos días a ver qué estaban haciendo, porque hacían concursos, juegos y campeonatos. Organizaron unas olimpiadas con carreras de velocidad y fondo, pero también con lanzamiento de jabalina y levantamiento de mochilas. Supongo que dentro de las mochilas habrían metido algo muy pesado, pues algunos críos no podían levantarlas. Era muy cómico.
En una ocasión, pillamos a una pareja de chavales enrollándose detrás de unos árboles. No estaban haciendo nada, fue como muy tierno. Me juego lo que queráis a que estaban escaqueándose de los monitores y aprovechando el momento. A JJ y a mí nos hizo mucha gracia, pues cuando nosotros teníamos su edad éramos bastante más ingenuos. Con trece añitos, yo estaba loca por el profesor de educación física (De este estábamos todas enamoradas perdidas... ¡menudo culo tenía, con su chándal azul!). También estaba por un chico de bachillerato, pero aunque hubiera tenido alguna oportunidad con ellos, no creo que hubiera hecho nada, pues era bastante niña aún. Los chavales de hoy tienen una sexualidad diferente y más libre. Creo que tienen una suerte espantosa, aunque igual esos dos del campamento eran la excepción. Cuando yo tenía su edad, también había alguna chica en el instituto que ya tenía novio y que hasta se metían mano, pero era lo raro. Generalmente, lo más que hacías era darle besos metiendo un poco la lengua y echarle la bronca si te tocaba el culo. ¡Ah, qué tontas éramos, pero qué mayores nos sentíamos!
Este año planeamos que sea muy especial, porque es posible que al que viene esté embarazada (si consigo que JJ se anime con este asunto) y no sé si podremos tener otras vacaciones como las de antes. En cuanto tienes hijos, eso de estar de fiesta ya no pinta tan bien. De todos modos, os prometo que intentaré escribir algo durante esa semana. Hasta entonces, pasad un fin de semana estupendo y que todo os vaya perfecto, ¿vale?
Hasta hace dos veranos solíamos ir a la costa mediterránea, pero lo hemos cambiado por el Pirineo, donde se está de muerte y muchas noches acabas durmiendo con mantita. JJ dice que a él la montaña le da ganas de comer y yo estoy de acuerdo, pero que también solivianta sus hormonas en lo sexual. A mí también me apetece más que otras épocas, pero lo suyo es casi obsesivo. En vacaciones solemos hacer el amor el doble o incluso el triple que en otras épocas del año y se pone de un pesado con meterme mano a todas horas que para qué os cuento. Supongo que será algo normal: no tienes que trabajar, estás más feliz, más descansado y menos estresado que nunca. Además, es veranito y todas nos ponemos bastante menos ropa que en invierno. Yo, desde junio hasta finales de septiembre, suelo ir por casa con una camiseta y en bragas, por ejemplo. ¿Cómo no va a ponerse enfermo cada media hora?
Además, en el monte siempre puedes buscar un paraje escondido y hacerlo allí mismo, en la hierba. A mí esas cosas no deberían hacerme gracia, porque tengo la piel un poco sensible y en cuanto me levanto me pica todo, pero merece la pena. Me pica mogollón la piel y me rasco hasta ponerme roja. Es horroroso a veces. En cuanto llego a donde estemos afincados me meto en la ducha y se me pasa el picor, pero puedo aseguraros que lo mío con la hierba es prácticamente alergia. Él, sin embargo, debe tener el pellejo de un oso, porque podría revolcarse en pelota picada y se quedaría tan ancho.
Recuerdo que el año pasado estuvimos en un pueblecito llamado Galbarra, en pleno Pirineo navarro. Había una zona de acampada cerca que estaba ocupada por un campamento de chavales jóvenes de once o doce años, más o menos. Nosotros nos pasábamos por allí algunos días a ver qué estaban haciendo, porque hacían concursos, juegos y campeonatos. Organizaron unas olimpiadas con carreras de velocidad y fondo, pero también con lanzamiento de jabalina y levantamiento de mochilas. Supongo que dentro de las mochilas habrían metido algo muy pesado, pues algunos críos no podían levantarlas. Era muy cómico.
En una ocasión, pillamos a una pareja de chavales enrollándose detrás de unos árboles. No estaban haciendo nada, fue como muy tierno. Me juego lo que queráis a que estaban escaqueándose de los monitores y aprovechando el momento. A JJ y a mí nos hizo mucha gracia, pues cuando nosotros teníamos su edad éramos bastante más ingenuos. Con trece añitos, yo estaba loca por el profesor de educación física (De este estábamos todas enamoradas perdidas... ¡menudo culo tenía, con su chándal azul!). También estaba por un chico de bachillerato, pero aunque hubiera tenido alguna oportunidad con ellos, no creo que hubiera hecho nada, pues era bastante niña aún. Los chavales de hoy tienen una sexualidad diferente y más libre. Creo que tienen una suerte espantosa, aunque igual esos dos del campamento eran la excepción. Cuando yo tenía su edad, también había alguna chica en el instituto que ya tenía novio y que hasta se metían mano, pero era lo raro. Generalmente, lo más que hacías era darle besos metiendo un poco la lengua y echarle la bronca si te tocaba el culo. ¡Ah, qué tontas éramos, pero qué mayores nos sentíamos!
Este año planeamos que sea muy especial, porque es posible que al que viene esté embarazada (si consigo que JJ se anime con este asunto) y no sé si podremos tener otras vacaciones como las de antes. En cuanto tienes hijos, eso de estar de fiesta ya no pinta tan bien. De todos modos, os prometo que intentaré escribir algo durante esa semana. Hasta entonces, pasad un fin de semana estupendo y que todo os vaya perfecto, ¿vale?
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