Blogia

mujercasada

Donde hay confianza, da asco

Efectivamente. Yo que estaba toda ilusionada esperando a que JJ entrase por la puerta de casa y cuando por fin lo hace (a las seis y cuarto, un poco tarde para lo que es normal), viene acompañado por mi hermano pequeño. Ramón, que así se llama el muy cabrito, tiene 22 años y está de vacaciones, pero como no tiene un duro, pues se ha quedado tirado en la ciudad mientras sus colegas se han largado a la playa. Y como está más solo que la una, pues se le ha ocurrido ir a buscar a su cuñado al curro y venirse a casa. ¡Feliz idea!
La cosa es que los dos (mi marido y mi hermano) se han puesto ahora mismo a ver las olimpiadas y a beberse unas cervezas, por lo que mi calentura se está pasando a marchas forzadas. ¡Vaya un rollo de tarde que se me espera! Mientras ellos se ponen tibios de ver a gente que no conocen batiendo récords que ni les importan, yo me he venido al ordenador a desfogarme en el blog. Supongo que si JJ lee esto se va a cabrear, pero tenía que contároslo, joder, que no hay derecho.
Eso sí, en cuanto se largue mi hermano, pienso decirle lo que se ha perdido y mucho tendrá que insistir si quiere recuperar el tiempo perdido. Sé que no es su culpa, pero aún así, alguien tiene que pagar el pato, ¿no? Aunque por ahora, la que está bien caliente y sin esperanza ninguna de sexo soy yo, no él. Él parece muy contento con su cuñado bebiendo cervezas y comiendo patatas de bolsa.

Te debo una mamada (2ª parte)

Pues, efectivamente, ayer hubo algo más de lo que conté. Como diez minutos después de escribir el artículo, me dirigí al salón, donde JJ estaba tumbado, fumándose un cigarrillo. Yo estaba bastante caliente (debo reconocer que contaros a todos lo que había pasado me produjo un incremento de mi excitación) y JJ sabe notar esas cosas. Se levantó, nos dimos un abrazo cariñoso y luego nos besamos lentamente. JJ empezó a besarme con más fricción y yo le correspondí moviendo mi mano en su espalda, acariciándole. Nos dirigimos directamente al dormitorio y nos desnudamos el uno al otro, con más prisas de lo que solemos tener.
Hicimos el amor durante bastante rato. JJ estaba volviéndome loca de placer y no parecía terminar nunca. Lo cierto es que no miré el reloj antes y después de hacerlo, pero creo que estuvimos más de tres cuartos de hora en total (contando un buen rato de caricias y besitos). Lo que más me gustó, como siempre, fue al final del todo, cuando él estaba a punto de correrse y levantó la espalda hacia atrás, empujando con fuerza. Me encanta cuando se corre, porque generalmente me sobreviene a mí un orgasmo adicional (aunque no siempre) y porque me pongo muy caliente escuchando sus gemidos. JJ no es de los que gime cuando hace el amor (gime bastante más cuando le hago una mamada que cuando estamos en pleno acto), por eso me encanta cuando lo hace, que suele ser en el momento en el que termina.
Nos besamos al terminar, muy cariñosos, y estuvimos otro rato tumbados sin decir nada. Estábamos exhaustos, así que decidimos hacer algo de cena para reponernos. Por mi parte, habría intentado otro después de cenar, pero creo que JJ estaba bastante cansado y no intenté nada. Otras veces es él quien insiste, pero esta vez creo que estaba bien satisfecho. En definitiva, pasamos un lunes bastante interesante. Hacía tiempo que no sucedía una sesión de sexo como la de ayer siendo un día laborable. Esta mañana en el trabajo yo debía llevar una cara nueva, porque no he parado de pensar en lo que hicimos. Me he puesto bastante cachonda en un par de ocasiones y me ha encantado la experiencia. Me sentía muy guarra, si me entendéis, porque estaba yo allí, trabajando junto a mis compañeras, y pensando en cómo le chupé ayer a mi marido todo lo que quise. Al llegar a casa, la calentura no se me había pasado. Creo que cuando llegue JJ voy a volverme loca de ganas...

Te debo una mamada

Hoy JJ ha llegado del trabajo con una sonrisa de oreja a oreja. Le he preguntado varias veces sobre lo que le ocurría y él se ha hecho el sueco hasta que no ha podido más y me lo ha contado. Ha sacado la cartera y, sin dejar de reír, me ha dado un papel doblado que ha encontrado haciendo un poco de limpieza en ella. El papel doblado está escrito con mi letra y pone "I.O.U. una mamada. Firmado: Sheila", que traducido es lo que viene en el título. "Te debo una mamada". La fecha es de enero de 2004. Ya ni me acordaba de aquello.
La cosa es que fue un sábado, a la hora de comer. Nos habíamos levantado tarde y habíamos hecho el amor por la mañana, así que decidimos pasar el postcoito delante de la tele y estaban emitiendo los Simpson. Estando en tal tesitura, JJ me dijo que era capaz de decirme el nombre de todos los personajes que saliesen en los Simpson en los dos episodios que emitían, sin dejarse ni uno. Yo le dije que si lo hacía, le haría una mamada larga y bien completa. Grabamos los episodios y luego, parando la cinta cada vez que salía un personaje nuevo, él intentaba decir su nombre.
El muy cabrito pudo, fíjate. Y yo le firmé el papel. No sé qué pasó después, pero fuimos dejándolo, hasta que ninguno de los dos podía recordar aquella apuesta. Hoy, al salir del trabajo, se ha entretenido en el autobús haciendo limpieza de la cartera y ha aparecido la notita que yo le firmé con mi deuda.
Cuando me la ha dado, yo he pensado en esperar a la noche para pagarle, pero él ha insistido en que no, en que se iba a pegar una ducha y que luego quería que saldase lo que tenía pendiente. Por mi parte, ningún problema. Cuando estaba a mitad de ducha he entrado en el cuarto de baño y me he dispuesto a chupársela mientras se aclaraba. Se ha sorprendido, pues no me esperaba allí. Ha sido muy excitante, tanto para él como para mí (aunque creo que a él le ha sentado mejor ;-D). Ha intentado que me metiera con él en la ducha, pero yo no he querido. Si la apuesta era una mamada, una mamada es lo que iba a obtener.
Ahora lo tengo sentado en el sofá, recién terminado el trabajito. Seguro que dentro de un rato lo tengo dándome mal para que vayamos a la cama. Raramente le hago una felación sin que haya después un buen polvo. Lo cierto es que a mí, chupársela me pone a cien, así que estoy deseando que se le pase el muermo para que vuelva a la carga. Mañana, o quizá esta noche, os cuento qué tal ha ido la cosa.

Días en que no te apetece hacer nada de nada

No sé. Quizá sea que es domingo y que mañana me toca trabajar (y no me hace ninguna gracia) o que se ha levantado el día bastante pesado, pero hoy no me apetece hacer nada de nada, como digo en el título. Hemos desayunado a las nueve y cuarto, he leído el periódico, a las diez y media me he dado una ducha y, desde ese momento, he decidido pegarme el día tumbada sin hacer nada de esfuerzo. Le he dicho a JJ si quería que pidiéramos unas pizzas para comer y ha dicho que vale, así que ni la comida haré. JJ cocina bastante bien, pero tampoco estaba por la labor. JJ ha dicho que, ya que va a la pizzería a por la comida, aprovechará y pasará por el videoclub para traer alguna película. Le he dicho que coja la que quiera, así que me supongo que tocará una de acción, o de espías, que son las que le gustan. A mí como si quiere ver "El vengador tóxico", la verdad...
Yo he enchufado el ordenador y me he dado una vuelta por Internet a ver si había alguna novedad interesante, pero todo me resulta bastante insulso. ¿Será la época del año o será que hoy tengo las hormonas dormidas aún? No sé, chicos, chicas, pero por lo pronto estoy en bragas y con una camiseta vieja que me viene muy grande. No pienso ponerme nada más en todo el día. Si mañana estoy de mejor ánimo, quizá escriba algo más interesante.

Más sexo onírico

Es curioso, pero si el otro día fue JJ quien tuvo un sueño erótico, esta vez he sido yo. Pasó ayer viernes, durante la siesta. Suelo llegar del trabajo sobre las cuatro menos cuarto de la tarde y mi marido no suele llegar antes de las seis. Yo como algo nada más llegar y me echo en la cama a dormir una siestecilla, quizá de media hora, pero que me sienta como un bálsamo de agua fresquita ahora que hay cuarenta grados a la sombra. El caso es que ayer, durante la siesta, soñé algo, no lo recuerdo bien, pero me levanté muy excitada. Tenía las braguitas muy mojadas y me notaba como si acabase de tener una buena sesión de sexo. Traté de hacer memoria a ver si recordaba algo, pero no pude, así que me fui directa a la ducha y allí, con el agua calentita y todo, pues casi me pongo a morir. Ni que decir tiene que cuando JJ entró por la puerta de casa, no lo tuvo muy difícil para llevarme hasta el dormitorio y dedicarme un buen revolcón.
Una vez terminamos, le conté lo que había pasado y se sorprendió bastante. Me dijo que él no había tenido un sueño erótico en años (al menos que pudiera recordar) y que le resultaba chocante que ahora tuviésemos los dos sueños con tan poca diferencia de días. Creo que estaba un poco sugestionada, porque le vi pasárselo tan bien en su sueño que quizá inconscientemente estaba deseando tener uno yo.
Lo cierto es que yo tengo uno o dos sueños eróticos cada año, más o menos. El primero de todos lo tuve con apenas quince añitos y siempre lo recordaré porque me resultó muy extraño, levantarme toda cachonda y preguntándome si aquello sería algo común o no. Pronto descubrí que no, que eso de echarte a dormir y tener un orgasmo no solía ser bastante cotidiano. Lástima. En otra ocasión, tuve un sueño erótico durmiendo en casa de una amiga, cuando tenía diecinueve años, creo. Me desperté a la mañana siguiente y tenía la almohada colocada entre las piernas, como si hubiera estado frotándome con ella en sueños toda la santa noche. A veces he probado este sistema para masturbarme y me resulta muy placentero. Lo descubrí dormida, pero es para probarlo. Me coloco en la cama, tumbada de lado, y me pongo el almohadón entre las piernas. Empiezo a frotarme lentamente, moviendo la pelvis al ritmo que me marcan mis ganas. Generalmente, termino boca abajo, subida sobre la almohada, con las manos agarrándola desde abajo y levantando levemente el culo para facilitar el acceso a la entrepierna. No es que sea mi modo favorito de masturbarme, pero de cuando en cuando lo he empleado, más como recurso lúdico que como técnica puramente sexual.
Una de las cosas que siempre he querido hacer es meterme en una bañera gigante, llena de agua caliente y dormirme en ella, para tener un sueño erótico. Estoy convencida de que si lograse dormirme dentro de una, lo tendría, porque a mí hay pocas cosas que me eroticen más que meterme en una bañera. La espuma es opcional y, casi siempre, me sobra. Prefiero ver mi cuerpo a través del líquido elemento y sentir cómo entra por todas partes, cómo se me abren los poros y lo que no son poros. Me seduce tocarme debajo del agua. Como vivimos en un pequeño pisito donde no hay hueco para bañeras gigantes, me tengo que conformar con el agua cayendo de la ducha y con el ocasional baño entre estrecheces, pero algún día, conseguiré cumplir esa fantasía erótica. Estoy segura.

Sexo Onírico

Perdonad que no haya escrito nada en estos días, pero he tenido algunos
problemas (un par de problemas familiares y uno informático) que me han
impedido ponerme al día con el diario.
El caso es que han ocurrido algunas cosas interesantes de contar. El
sábado pasado (día 14), sin ir más lejos, mi marido tuvo un sueño húmedo. Fue
muy curioso, porque yo creía que esas cosas solo se tenían cuando uno
llevaba bastante tiempo sin eyacular y que los adolescentes que no se
masturban a menudo solían manchar las sábanas de este modo. El caso es
que JJ y yo habíamos hecho el amor esa misma tarde y, sin embargo, por
la noche lo oí agitarse en sueños y me desperté. Al principio estuve
tentada de despertarlo a él por si se trataba de una pesadilla, pero
muy pronto me di cuenta de que se lo estaba pasando en grande. Estaba
totalmente empalmado y gemía levemente, moviendo la pelvis arriba y
abajo como si alguien lo estuviese montando. Yo me excité un poco, y tentada
estuve de despertarlo para terminar lo que fuese que estuviese soñando,
pero decidí dejarlo con su fantasía.
Terminó bastante pronto. De repente, empezó a eyacular y se pringó todo
el calzoncillo. A mí me dio la risa, mientras él se despertaba y se
quedaba mirando todo como no comprendiendo nada. Después del orgasmo,
nos echamos a reír los dos y tuvo que levantarse a darse una ducha y
cambiarse de ropa. Me dijo que no tenía sueño y que se iba a echar un
cigarrillo viendo la tele un rato. Yo preferí quedarme en la cama, pues
estaba bastante cansada del día anterior.
Para cuando volvió al dormitorio, yo me había quedado dormida otra vez,
porque no lo sentí entrar. Fue una experiencia muy curiosa que nunca
había tenido oportunidad de contemplar. Es más, al día siguiente, mi
marido me dijo que jamás había tenido un orgasmo soñando, que por lo
general, cuando tiene sueños eróticos se despierta antes de correrse.
Durante el sueño no dijo ningún nombre, pero ¿y si hubiera dicho el
nombre de otra? Creo que no tendría derecho a enfadarme, porque los
sueños no se controlan y ¿qué culpa tiene él de soñar que se da un
revolcón con Paz Vega, por ejemplo? Sin embargo, ¿no me habría sentado
un poco mal? ¿Qué pensaríais vosotras si vuestro marido soñase que hace
el amor con otra? ¿Os sentiríais engañadas? ¿No nos gustaría a todas
soñar de cuando en cuando que viene nuestro amor platónico y nos
ofrece una buena sesión de sexo onírico?

Cine español

Hoy he tenido una conversación bastante ingeniosa con mi marido, porque los matrimonios también hablan, a pesar de lo que suele creerse. A juzgar por lo que sale en los foros de internet, los matrimonios se dedican únicamente a ponerse los cuernos mutuamente, estar todo el día pensando cómo fastidiar al cónyuge y hacer el amor un par de veces al mes a lo sumo. Por nuestra parte (la de JJ y la mía), lo que hacemos bastante es hablar. Hoy el tema iba sobre el cine español y este artículo lo hemos escrito entre los dos, aunque lo tecleo yo solita. Muchas expresiones son textuales de él, que tiene un lenguaje mucho más callejero que yo.
Resulta que anoche emitieron Tuno Negro (no sé muy bien qué cadena era porque me dio tal sueño que ni me fijé) y resulta curioso ver cómo tratamos de imitar a Jólibud y no nos sale creíble. Si tú ves "Sé lo que Hicísteis el Último Verano" o "Scream", o cualquier película sin sentido sobre adolescentes que se dedican a matar a otros adolescentes, la película les sale más o menos creíble. En ese país, donde cada X meses un tío se mete en un McDonalds y se lía a tiros con todo el personal, entiendes que es posible que un estudiante de químicas se dedique a acuchillar a otro porque no le dejó los apuntes. Sin embargo, en España eso no cuela. Aquí tenemos a ETA, tenemos la puñalada trapera, tenemos al ocasional conductor suicida, al malnacido que degüella a su mujer y tenemos Puerto Urraco, pero no tenemos psicópatas de los que van dejando pistas hasta que los cogen. Somos un poco más listos, creo. Y a mí no me acaban de convencer esas historias sórdidas cuando uno de los muertos es el reportero gallego del "Caiga quien Caiga".
Y es que el cine español está más perdido que un pato en un garaje. Para empezar, a Almodóvar le ha dado ahora una vena sentimentaloide que da grima, porque "Hable con Ella" es el equivalente cinematográfico a dos gramos de paracetamol pasados con una botella de güisqui. Había un cine más o menos sórdido, como la genial "Justino: un asesino de la Tercera Edad", pero las dos siguientes de la Cuadrilla eran bastante rollo. ¿Veis lo que digo? En España, no vería raro que un jubilado puntillero se dedicase a matar gente para pagarse un viaje a Benidorm. Lo que vería raro es que los matase porque de pequeño su padre le pegaba palizas. En España, de toda vida, se ha matado por cosas de lo más idiota y, si no, que se lean un buen libro de historia. En cuanto al cine gamberro, que empezó bastante acertado con "Acción Mutante" y "El día de la Bestia" o, incluso, "Airbag", ha aflojado como un globo pinchado. "Año Mariano" fue un bodrio intragable salvo por alguna de las frases de Arguiñano. No he visto "Torapia", pero tiene que ser una reedición en plan mega-mix de cualquiera de las anteriores. En cuanto al cine más serio, como "Juana la Loca", pues está muy bien y todo lo que quieras, pero no venderá ni la décima parte que "Braveheart" por más que su rigor histórico sea mayor que la de Mel Gibson. La que me gustó mucho fue "Los amantes del círculo polar", pero de esas hay muy pocas al año.
Los españoles no deberíamos ponernos a copiar a los americanos, porque somos de otra pasta, pero deberíamos aprender de lo que hacen bien. Llevan un montón de años sacándole partido a la guerra del Vietnam, a sus dos añitos de guerra mundial y al Western. Tienes comedias, dramones tremendos y películas puramente bélicas de las tres etapas. En Vietnam, los yanquis perderían la guerra, pero la han amortizado bien contándonos las andanzas de Rambo. En cuanto a la Segunda Guerra mundial, mucho bombo y platillo, pero para cuando entraron en la guerra, los ingleses llevaban ya tres años aguantando mecha... Y eso de que un judío que vive como un rajá en California se solidarice con las víctimas de Hitler, pues me parece un poquito cargante. A mí, "La lista de Schindler" me pareció un peliculón y "Salvar al Soldado Ryan" aún más, pero estoy un poquito harta de esa doble imagen: como judío, Spielberg muestra su lado más sentimental, nos da penita y te hace llorar. Como americano, te cuenta en cinemascope que si no fuera por ellos, ahora hablaríamos en alemán. En cuanto al Oeste, todavía estoy esperando a que cuenten en alguna de ellas la situación en la que dejaron a los indios, que sigue siendo de vergüenza.
Nosotros deberíamos aprender de esas cosas, deberíamos hacer películas sobre la Guerra de la Independencia, sobre los Tercios de Flandes, sobre la Guerra Civil, las Guerras Carlistas, la Guerra de los Treinta Años, sobre cómo los árabes entraron y ocuparon todo el territorio en 3 años... ¡Pero si tenemos muchos más siglos de historia que los americanos! Películas como "La Vaquilla" no abundan. Es un humor muy español: un humor cargado de melancolía, de resignación y de mala sangre. Los yanquis organizaron una guerra civil propia y nos la plantan en el cine como si hubiese sido la leche, pero no fue una guerra civil como la nuestra, en la que personas del mismo pueblo y de la misma familia estaban en bandos diferentes. ¿Por qué no explotar esas escenas contando a nuestro estilo cómo hemos metido la pata a lo largo de la historia? Aún estoy esperando a que alguien ruede una peli sobre la batalla de Lepanto (que si no fuera por los españoles los turcos se nos comen en el Mediterráneo) o la Armada Invencible. Los americanos nos dieron la brasa con "Pearl Harbor", ¿por qué no darles a ellos la misma brasa contando cómo nos fastidiaron los ingleses a nosotros? Porque eso de que la culpa la tuvo el clima, no se lo cree ni dios.
En cuanto a personajes famosos, ¿por qué no una biografía cinematográfica de Miguel Servet, de Quevedo, de Cervantes, de Severo Ochoa o de cualquier otro gran personaje histórico? Anda que no nos hemos tragado veces películas sobre Billy el Niño, Pat Garret o Al Capone. Si hablamos de delincuentes, aquí hemos tenido grandes timadores, ladrones y carteristas. Casi me dan ganas de alquilarme una de esas pelis que hacía Tony Leblanc cuando era joven y en la que al guiri que venía de vacaciones le acababan por mangar hasta los calcetines.
En fin, supongo que como crítica cinematográfica no tengo mucho que hacer, así que no me harán caso y cualquier día de éstos me encuentro en cartelera a Amenábar dirigiendo una secuela de "Triple X". Porque "Los Otros", por más que me gustase, es una versión de "El sexto sentido" en el a los diez minutos ya sabes que los fantasmas son ellos y "Tesis" me pareció bastante falta de credibilidad.

Casualidades de la vida.

Hoy me he encontrado con Bea, una vieja amiga del instituto. Ha sido algo fortuito, pero como ambas íbamos sin prisa, nos hemos metido a tomar un café. El caso es que, hablando de todo un poco, le he preguntado si veía a otras de las chicas con las que compartimos aquella formación profesional de Informática de Empresas que hicimos. Me ha contestado que con dos o tres tenía bastante relación, pero que con el resto nada de nada. Más o menos como yo. Lo sorprendente ha venido cuando me ha contado que Elena, una de las chicas más agradables y simpáticas que he conocido nunca, es prostituta.
Según me ha contado, Bea tiene un hermano pequeño al que yo conocí (eso asegura ella), pero del que no me acuerdo. Este hermano pequeño celebró una despedida de soltero para un amigo y contrataron a una estriper. Se quedó de piedra cuando vio entrar a una chica despampanante que, además, le recordaba a alguien. Cayó más tarde en la cuenta de quién era y, a pesar de ello, no dijo nada. La chica no lo reconoció, cree él.
Elena era una chica bastante guapa, con un bonito cuerpo, no un tipazo en plan Pamela Anderson ni mucho menos, más bien era una belleza tipo Michelle Pfeiffer, en plan ojos verde claro, cabello liso, naricilla respingona y esas cosas. Según el hermano de Bea, la chica bailó para ellos un par de piezas movidas, bailando mientras los demás la miraban, y la última pieza fue una lenta, que bailó con el novio.
Lo gordo es que, al terminar, alguien le ofreció que se quedase, si es que no tenía nada mejor que hacer, y ella aceptó. Se tomó unas copas con los chicos y entonces un corrillo de gilipollas empezó a sugerir que le ofrecieran dinero por acostarse con ellos. Cuando se lo dijeron, ella se negó, pero más tarde, fue uno de los invitados en solitario y sí que aceptó. Le cobró 120 Euros y estuvo más de una hora con el chico. Luego se largó, cobrándoles 150 por los bailes. ¿Es posible que costase más desnudarse que acostarse con alguien?
Mi amiga no me ha dado más detalles, pero me ha dejado realmente alucinada. ¿Es posible que Elena, mi vieja compañera de estudios, esté en un aprieto económico? ¿Lo hace por necesidad o porque prefiere eso a un trabajo "normal"? Nunca he pensado mal de las prostitutas, es más, creo que son un servicio social como otro cualquiera y que debería estar más legislado y deberían tener cierta protección, seguridad social, etc., pero jamás me he planteado serlo. Lo cierto es que nunca me lo han ofrecido, pero estoy segura de que me negaría tajantemente. Me gustaría saber de mi amiga Elena, porque es posible que todo sea fruto de la calenturienta mente del hermano de Bea, pero sospecho que no, sospecho que es verdad. En tiempos conocí a una chica que era estriper, pero me juró que solamente bailaba y se desnudaba, que las relaciones sexuales las mantenía con su novio y con nadie más. Creo que será algo común. Son cosas muy diferentes. A mí me gusta bailar y, aunque no me desnudo, me gusta moverme de modo sexy. Eso no quiere decir que quiera acostarme con todo el bar, ¿no? Solamente espero que Elena no sea yonqui, ni que esté metida en algún negocio turbio de esos que o te prostituyes o te matan.

bienvenida

Pues eso, que bienvenidos seáis todos a mi blog, al que he titulado "Diario de una mujer casada". Aunque no será un diario, porque no tengo tiempo de escribir todos los días, ni mucho menos. Escribiré de cuando en cuando, relatándoos mi vida matrimonial. Y alguno estará pensando, ¿por qué se pone esta tía ahora a contarnos su vida? Pues la respuesta es bastante sencilla: creo que las mujeres, especialmente las casadas, no estamos bien representadas en los blogs que corren por ahí. La mayor parte de ellos parecen estar escritos por camioneros de cincuenta años, no por chicas. ¿Acaso no se da cuenta la gente de que ciertas expresiones, palabras y frases son típicas de los hombres y no de las mujeres?
Yo tengo casi 30 años y llevo casada dos años y seis meses con mi marido, al cual quiero mucho, pero que me saca de mis casillas con sus chiquilladas. ¿No es cierto que todos los hombres deben tener un gen que los obliga a comportarse como críos de vez en cuando? Supongo que las mujeres que me lean estarán de acuerdo, porque es para morirse. Dejémoslo, porque volveré a este tema más adelante.
Decía antes que las mujeres casadas no estamos bien representadas y eso es porque se nos dibuja de dos modos: o bien parecemos unas golfas dispuestas a ponerle los cuernos al marido con el primero que venga, o bien unas estrechas incapaces de satisfacer a un hombre como es debido. Yo me he cabreado con este tema, en serio. Me resulta muy chocante leer un blog y comprobar como esos dos estereotipos se han instalado en nuestras vidas por todas partes. ¿Acaso no hay una mujer casada que sepa y le guste hacer el amor con su marido? ¿Acaso no hay mujeres casadas que lo hagan bien, que prueben cosas nuevas, que les guste sorprender a su cónyuge? bueno, pues aquí hay una.
A mí me gusta el sexo tanto o más como a mi marido, que, por cierto, se llama José Javier, aunque todos le llaman JJ, desde que era niño. Me gusta el sexo por muchos motivos, pero especialmente porque es divertido, porque me gusta estar pegada a él, sintiendo sus dedos recorrerme y porque me encanta tocarlo a él también. De todos modos, si esperáis un diario lleno de excentricidades, lleno de morbo artificial, lleno de cuero, bondage y camas redondas, podéis ir dándole a la X de la esquina superior derecha porque éste no es vuestro lugar. Lo que quiero es expresar la vida familiar y sexual de un matrimonio normalito, joven, que lleva el suficiente tiempo como para conocerse bien y no tanto como para haberse aburrido el uno del otro. ¿No os parece suficiente?
Espero vuestros comentarios...

La primera vez duele, pero no es para tanto.

Bueno, ahora que ya me he lanzado, no voy a pararme en esa introducción sin ninguna miga. Os he prometido que contaría mi vida matrimonial de un modo diferente al que suele verse en Internet y pienso hacerlo. Veréis: mis padres nunca lo sabrán, pero yo llevo acostándome con mi marido desde bastante antes de casarnos. Empezamos a salir cuando yo tenía veintitrés y él casi veintiséis, así que ya no éramos unos niños. A decir verdad, he conocido otros hombres antes, pero siempre digo que, para mí, JJ fue el primero. Quizá no sea rigurosamente cierto, pero mis experiencias sexuales anteriores a él fueron semejante desastre que no cuentan para el cómputo global.
Imagináos: yo tenía algo menos de diecisiete años cuando empecé a salir con un chico que estaba en COU (creo que ahora se le llama Segundo de Bachillerato). Era dos años mayor que yo y, a decir verdad, estaba muy, pero que muy bueno. No era un tipo de estos deportistas, musculosos y que les gustan a tantas adolescentes. Más bien se parecía mucho a esos cantantes pop, delgaditos, poquita cosa, con carita de niña y cabellos desmelenados. Recuerdo que estuvimos tonteando unas noches por ahí, hasta que se lanzó y me besó durante una fiesta que habían montado para pagarse el viaje de estudios. Duramos apenas tres meses. En aquel tiempo, yo lo más verde que había hecho era masturbarme mirando una película porno que había cogido de casa de una amiga. Un día me llevó a casa de un amigo suyo universitario y estuvimos en una habitación a solas, masturbándonos el uno al otro. Yo era la primera vez que veía un pene erecto y me gustó bastante su tacto. Era suave y estaba realmente duro, con las venas marcándose a los lados. Cuando estaba a punto de correrse me lo avisó y yo le dije que se corriera, que no importaba si me manchaba. Lo cierto es que se pringó él mismo mucho más que a mí. El tacto del semen en mi mano tampoco me resultó desagradable, la verdad. Después de corrernos, nos quedamos un rato abrazados y él me dijo que que había hecho el amor con otras chicas y que no me dolería cuando lo hiciéramos. No me sentó mal que no fuese virgen como yo, porque jamás he tenido la idea de que la virginidad fuese algo especial o importante.
Pero lo cierto es que el día que lo hice por primera vez sí que me dolió. No fue culpa suya, la verdad, porque el chico ciertamente se portó conmigo de miedo. Fuimos a su casa -vivía con sus padres, pero se habían ido a la playa de fin de semana- y me hizo una cena a base de espagueti a la carbonara. Nos pusimos bastante borrachos con una botella de Lambrusco (yo iba más pedo que él, creo) y nos fuimos después de la cena al sofá. En su cadena de música sonaba The Police, que era un grupo que le gustaba mucho. Fue cariñoso conmigo, pero me dolió lo suyo. Chicas: si la primera vez os duele, no os preocupéis, que todo se pasa y si no os duele, mucho mejor para vosotras (y para él, que los hay que sufren mucho con estas cosas).
En el sofá nos metimos mano y nos desnudamos el uno al otro. Me dijo que se la chupase y acepté. En realidad, estaba deseándolo desde hacía días, aunque me daba corte hacerlo sin que él me lo pidiera. Ahora sé que fui una tonta, porque habría sido un regalo sorprendente para él. No sé si lo hice muy bien, pero me gustó hacérselo. Mientras yo jugaba con su pene, él me tocaba por encima de las braguitas y yo me estaba excitando bastante. Pocos minutos más tarde fuimos a la cama y allí terminó de desnudarme, me abrió suavemente las piernas y me empezó a besar, a acariciarme, a tranquilizarme con palabras cariñosas. Entonces sacó un preservativo y me dijo si sabía ponerlo. Yo le dije que sí, pero en realidad solamente había puesto uno a un plátano, en casa de una amiga. Ella decía que así no se hacía el ridículo cuando tuviera que ponerlo por primera vez.
Se puso sobre mí, entre mis piernas, sujetándome la cintura desde atrás, con el brazo por detrás de mi cuerpo. Con la otra mano, acariciaba mi cara y mi cuello, muy sensualmente. Sentí que estaba bastante lubricada, así que cerré los ojos al notar que empezaba a entrar y apreté fuerte los dientes cuando noté una presión extraña en el bajo vientre. Tuvo que intentarlo varias veces, porque aquello debía estar bastante cerrado. Afortunadamente, empezó a entrar cada vez mejor. Fue como si el ginecólogo te apretase fuerte en el pubis hacia adentro, pero con idas y venidas. A veces dolía mucho y otras no dolía nada. Él se corrió al cabo de un buen rato, pero yo no lo logré. Como él notó que yo estaba aún a medias, me la terminó con la mano, tocándome suavemente. Yo le había contado que cuando me masturbo no suelo meterme los dedos, así que él tampoco lo hizo. La sensación de tener unos dedos diferentes a los míos en ese sitio me gustó bastante.
Ya os he dicho que duramos apenas tres meses. En ese tiempo, lo hicimos varias veces más, pero ya nunca en una cama. Siempre teníamos que hacerlo en cualquier parte y eso no me gustaba. Me ponía nerviosa pensando en que nos pillasen, o que alguien pasase y pudiera hacernos daño. No llegué a correrme nunca y él me masturbaba, pero como sin ganas. La experiencia me dice que los chicos, cuando no consiguen que su novia tenga un orgasmo, se hunden. Lo hicimos por última vez en un parque y corté a la semana siguiente, todavía no sé muy bien por qué.